Si mañana no volviera, si alguien
me arrebatara la posibilidad de seguir en este viaje terrenal, en realidad a mí
no me pasaría nada, estaría muerta, en otra dimensión y seguramente hubiera
olvidado todo, habría trascendido, nada tendría ya importancia. Pero desde mi hoy me aterra pensar que mis
sueños serían destrozados, que todo lo que he soñado, ser, hacer, lograr, vivir
ya no sería posible, que toda la preparación, todo lo estudiado, reído, amado,
cantado, bailado, amado, odiado, escrito, gritado, trabajado ya no tendría propósito,
se desvanecería en el tiempo, en el espacio, el todo, sería olvidado, sería
energía que se trasforma y sigue adelante, dejaría de ser Yo. Le temo al olvido, a ser olvidada.
Pero, la realidad de los que se
quedan, eso sería distinto. Porque con
la muerte, los que se quedan son los que se quedan con la añoranza, la
tristeza, son los que extrañan. Si mañana
no volviera, el mundo de mi mamá, de mi hermana, de mi sobrino o cualquiera que
me ame o me aprecie, daría un vuelco, se convertiría en vaivén de desolación,
la desesperación sería inmensa, ¿serían capaces de quemarlo todo? Probablemente. Lo que sí es seguro es que sería una
aportación al dolor del mundo. Es muy triste
pensar en estas probabilidades, es aterrador que estadísticamente es más
probable que tenga algún incidente o encuentro con la muerte, por el hecho de
ser mujer más que, por no cuidar mi alimentación o por manejar ebria.
Es tremendamente doloroso saber que mi propia
naturaleza me puede traicionar y puede convertirse en la principal razón de mi
muerte.
Y en realidad, por lo menos de mi
parte, miedo a la muerte en sí misma no tengo.
Temo a la forma en la que esta pudiera llegar, que pudiera ser muy
violenta, que pudiera haber mucho sufrimiento previo y temo demasiado a las
consecuencias que pudiera ocasionar a mi alrededor, a todo el odio, tristeza y
dolor que se pudiera generar entre los que amo.
Temo al hecho de mi insignificancia ante la magnitud de las
circunstancias.
Pero me vuelvo valiente y salgo,
me niego a desaparecer, ser invisible y no molestar, porque yo también estoy en
este mundo y tengo derecho a mi propio espacio y tiempo. Aún, así, muerta de miedo me vuelvo valiente
para enfrentar lo que sea necesario, porque si me escondiera viviría una vida
de muerte.
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