Hoy amaneció con un sobresalto, con ese dolor en las entrañas y la cabeza girando entre los pensamientos insipientes, vanos, desorganizados e incoherentes, con esta necesidad imperiosa de tener esa comunicación urgente.
Hoy las manos hablan sin cesar.
¿Qué dirán los ojos?
¿Qué dirán los gestos?
No lo sé…no hay espejos y las almas que están enfrente no reflejan nada, sus ojos no dicen nada; sólo ese gesto de la indiferencia vana, sólo el fastidio de las horas sentadas sobre los muslos, sólo el dolor del tiempo útil malgastado en ansias vanas de no estar donde se está y de no ser lo que se es.
¡Cuan urgente es esta necesidad!, pero las palabras se pierden en la garganta, se disuelven, los ojos ya no expresan, no tienen a donde dirigirse; las manos siguen hablando pero como un reflejo de lo que grita el alma, mientras los labios amordazados, para controlar esta comunicación urgente, ya no gritan, ya no cantan.