miércoles, 31 de marzo de 2010

DE LA LLUVIA Y EL VIENTO

…y los árboles se estremecen con el vaivén del viento y te pienso y te sueño con tus ojos negros, tus manos largas y tu aliento que entrecorta el aire que respiro, resonando palabras en mis oídos; ahora el cielo se cierra, comienza a llover, el cielo se estremece y en sueños me acurruco entre tus brazos…no temo a nada.

EL CUELLLO

Ana Cerón (transcripción)

Mi elegancia y postura erguida han hecho de mí la obra maestra de la geografía corporal. Sostengo al mundo de ideas y fantasías que viven en su mente con garbo o distinción. Mis formas simples me hacen irresistible a los sentidos y los incitan a buscar nuevos modos de explorarme y colmarme de caricias.

Hace tiempo que se me ha conferido la virtud de la gracia, ya que mis movimientos son exquisitos y sugerentes sin importar sus dimensiones. Dentro de mí corre el eco del deleite. Orfebres y gemas ansían adorarme. Los perfumes y bálsamos han sido creados para ofrendar mi belleza.

Venga acérquese. Rodee con sus brazos a su pareja por la espalda, e incline la cabeza ligeramente hasta que su mejilla roce la nuca, que tibia, aguarda su llegada. Cólmele de mimos y arrumacos. Mordísqueme, inspire profundamente hasta que arranque de mi piel el aroma que emano. Lo percibe? Nota como me hace vibrar? Ese aroma es el efluvio de la carne cuando experimenta una sensación.

Su respiración se agita lentamente. No se detenga siga husmeando con cosquilleos traviesos. Que delicia! Vague con la punta de la nariz hasta encontrar el nicho detrás de la oreja. No haga nada. Solo inhale y exhale una y otra vez. Sin prisa. No use la lengua todavía. Espere. Quiero disfrutar plenamente con usted. Regáleme un par de suspiros con su tibio vaho. Así.

Sin dejar de besuquearme, frente a usted, con suavidad coloque los pulgares en la barbilla y deslícelos por el contorno del mentón hasta llegar a los lóbulos. Resbale la yema de su dedo medio, muy lento hasta donde me hago uno con los hombros.

Despacio escurra cada dedo por todo lo ancho, lo largo, lo anterior, lo posterior, el arriba y el abajo. Rodéelo sin terminar un círculo. Con el anverso de la mano, suba lentamente hasta llegar al borde, vuelva a descender.

Largue los dedos de ida y de regreso hacia el centro, a través de las clavículas hasta que sienta la redondez de la colina de sensaciones que le bordea. Despliegue. Ahora deje que el dedo pulgar se deslice solitario por un lado, y otros dedos juntos, se estiren, hasta que empalme conmigo. Constríñame. Apriete. Déjeme sentir los dedos descender hasta los bordes de las clavículas donde encuentre estos pequeños acantilados, minúsculas penínsulas, meandros, fiordos, bahías, los huesitos de la tentación. Llegue de un borde al otro a través de la U imperfecta, el nicho, el vado, la herradura que forma su unión. Frote, acaricie, hasta que el más largo de sus dedos se hunda en mi hoyuelo. Bese con los labios entreabiertos. Con la punta de la lengua dibuje pequeños y húmedos círculos en mis frágiles rugosidades. Hurgue. Observe cómo si acelera mi pulso.

Recórrame con su boca, con la cadencia de una gota de miel; abra un poco más los labios y devóreme.

martes, 16 de marzo de 2010

El arquetipo de la diosa Artemisa en la mujer

La mujer Artemisa permanece siempre fiel a sí misma. Es deportista y ecologista. Cultiva la agilidad de su cuerpo, es enteramente libre y dueña de sí misma, es audaz, emprendedora, trata a los hombres como su igual, con desenvoltura y no pierde oportunidad de asumir retos y vencerlos. Es Andrógina en un sentido amplio de la palabra. Le gusta apoyar a la mujer, se enfrenta al abuso y a la humillación a la que la somete el hombre. Le gusta la soledad pero no es una solitaria. Es admirada, pero a distancia. Se precia de ser franca y mirar de frente. Es valerosa e intolerante. Busca la justicia, el equilibrio en el fondo y en la forma. Se aleja de los apegos. Da en el blanco pero no ve a su alrededor. Le falta percepción innata.

ArtTemisa o Diana

Ella nació libre y solitaria como la casta luna.

Artemisa o Diana era la gran diosa de las legendarias Amazonas, mujeres guerreras, sabias curanderas, parteras de la antigua Tracia, Macedonia del Norte y Libia.

Era la cazadora de la Luna y protectora de los animales salvajes que vivían con ella misma en libertad. Sus fieles seguidoras eran mujeres que no permitían la entrada de hombres a sus templos. Según la tradición, las Amazonas construyeron en Efeso un templo en honor a Artemisa, templo que fue considerado durante generaciones una de las siete maravillas del mundo antiguo, y fue destruido por un loco en época de Alejandro en el siglo IV a. C. Sus fiestas se celebraban del 15 de abril al 15 de mayo durante el Plenilunio.

La belleza de una mujer virgen reside en su frescura, su naturalidad. Está abierta a los dones que le puede dar la vida. Es decidida y no vacila en actuar cuando ha tomado una decisión. Se aleja en general de la mujer tradicional, las ve a distancia pero no quiere ser como ellas. A veces el precio de su individualidad es la soledad como Artemisa, la diosa de la caza y de la casta luna, que vivía en los bosques, buscando más la compañía de la naturaleza y el mundo animal que la de los hombres.

La mujer virgen es esencialmente creativa, posee multitud de recursos psicológicos, tiene fortaleza interior; las mujeres creativas presentan el arquetipo de la diosa virgen. Se sienten completas sin necesidad de un hombre, plenas con su vida y su realización. Son pintoras, escritoras, poetisas…

Artemisa era hija de Zeus y de Latona. Cuando Hera descubrió este nuevo amor de Zeus, furiosa envió a la serpiente Pitón a perseguir a la gestante Latona y decretó que no podría dar a luz en ningún lugar donde brillara el sol. La desdichada de Latona tuvo que pagar muy cara su relación con Zeus, éste como suele ocurrir disimulaba y dejaba que todo el furor de su ultrajada esposa se descargara no sobre el infiel, sino sobre la amante.

Latona por fin llegó a Ortiga donde dio luz a Artemisa, después Artemisa ayudó a su madre en el alumbramiento de su hermano gemelo, así nació Febo o Apolo. En ese momento la isla de Ortiga pasó a llamarse Delos (la iluminada).

Zeus tenía la cualidad de proteger y reconocer a los hijos que tenía. Un día le preguntó a la adolescente Artemisa, qué regalo quería que le concediera, ella respondió:

“Te ruego que me concedas la virginidad eterna, los poderes que le diste a mi hermano Apolo, un arco y unas flechas como los suyos, el poder de ayudar a las madres de dar a luz a sus hijos, una túnica de color azafrán y un ribete rojo que me llegue hasta las rodillas y muchas ninfas como damas de honor”.

Los regalos que le pidió a su padre tienen todo un significado en la mitología griega:

El don de la virginidad eterna significa el deseo de permanecer fiel a su propia naturaleza, incorrupta y pura en su interior, la pérdida de la virginidad no significaba sólo la pérdida del himen sino renunciar a lo que genuinamente la mujer virgen es, libre e independiente. Artemisa significa “agua”, la cual refleja la calidad para discernir.

El arco es el símbolo de la Luna llena y de la pureza y las flechas representan la capacidad para decidir y dar en el blanco. Ella siempre da en el blanco. Ella siempre da en el blanco. La Luna es la intuición por ello la mujer virgen tal vez no sepa explicar siempre por qué hace lo que hace, pero acierta. Sólo sabe que es lo correcto.

El tercer don, el oficio de ayudar a dar a luz significa ayudar a los demás no sólo a dar a luz a los seres humanos sino también a “dar a luz ideas” y ver con claridad la decisión correcta. La mujer virgen es capaz de ver la solución en el intrincado bosque de ambiciones y ambiciones humanas, guiada por la luz de la intuición.

Zeus se lo concedió todo a su hija Artemisa que se convirtió en la diosa virgen protectora de los partos, pues ella misma ayudó a su madre a dar a luz sin dolor. Artemisa se estableció en la Arcadia donde se entregó a la caza su actividad favorita.

De Efeso, donde se le dedicaban magníficos rituales, su culto se extendió por todas las ciudades griegas de Asia, asumió carácter nacional entre los jonios y más tarde se impuso a toda Grecia. Así adorada por los pueblos que hablaban diferentes lenguas. Artemisa recibió varios nombres y fue asimilada a varias divinidades. Tiene los mismos atributos que su hermano Apolo, aunque ella lleva consigo el arco y las flechas y tiene certera puntería.

Reina sobre las montañas, los bosques y los lagos; en esos lugares persigue a las fieras. La acompaña un séquito de sesenta oceánidas y veinte ninfas, que conducen su jauría. Sin embargo, Artemisa no es sólo cazadora, es también protectora de los animales salvajes, la aparente contradicción de su carácter se puede explicar a través de una comparación de con el cazador común.

En las épocas más remotas, el hombre buscaba la caza obligado por la necesidad de sobrevivir. Su actitud no era depredatoria pues no deseaba destruir la vida animal. Aun hoy en día la actividad cinegética es reglamentada; se prohíbe la caza en los períodos de reproducción.

Los antiguos preservaban la vida animal por medio de un código religioso. Así Artemisa es la diosa de la caza cuando lanza sus infalibles saetas al blanco persiguido, pero es la protectora de los animales cuando castiga severamente que osan maltratar a los cachorros y las hembras en gestación.

En este sentido es la protectora de la juventud en todas las formas de vida, inclusive la humana; en las fiestas que se celebraban en su honor, las niñas le consagraban sus cabellos y las novias le dedicaban la túnica virginal. La misma virginidad de Artemisa parece estar relacionada con su carácter de protectora de la caza y por extensión, de la naturaleza salvaje.

De la misma manera en que la naturaleza salvaje se resiste a la conquista humana y castiga a los que intentan penetrar en sus misterios más íntimos, así también la diosa cazadora para no dejarse corromper, llega a volverse cruel. La elección del ciervo como animal predilecto refuerza esta imagen; es un hermoso ser salvaje que rechaza la domesticación. La existencia de una diosa con tales características era idónea para los ideales de los griegos; ellos buscaban un tipo de belleza que no provocara tentación y, en consecuencia, no fuera contaminada por las pasiones y por el instinto. De ahí que cualquier impulso erótico dirigido a Artemisa, “bellísima entre todas”, era castigado con severidad.

El aspecto puro de la diosa sin deseo reflejaba un tiempo lejano en que el hombre vivís en contacto directo con la naturaleza, sin destruirla. Así como revelaban preocupaciones por la naturaleza salvaje, los pueblos antiguos atribuían también gran importancia a la Luna pues creían que ejercía su influencia en algunos fenómenos naturales.

Esa convicción se extendió a pueblos de civilización más evolucionada, reflejándose, por ejemplo, en el crecimiento agrícola; siembra, poda de la vid, plantación de árboles. Así como su hermano Apolo fue identificado con el Sol, Artemisa, aunque tardíamente y sin corresponder a su figura primitiva, fue asimilada a la Luna: en esa condición recibió también un culto bastante difundido. Selene y Helios, los antiguos dioses de la Luna y el Sol, fueron destronados por los hijos de Latona. Apolo sustituye en la Era de los Olímpicos a Helios, el dios del Sol y Artemisa a Selene, la antigua diosa de la Luna.

Artemisa era imaginada bella y solitaria, casta y pálida, siempre huyendo de la compañía de otros dioses, indiferente a toda relación amorosa. Aunque las mujeres protagonistas de las pasiones profundas y perdurables musas de poetas y artistas han sido mujeres no particularmente bellas, pero sí interesantes y misteriosas, poseedoras siempre de una gran personalidad.

Las jóvenes esposas se ponían bajo su protección, en especial en el momento del parto, a ella se consagraban las ropas de las mujeres muertas en el parto y las que festejaban su feliz nacimiento. Los antiguos acostumbraban relacionar con las fases de la Luna la menstruación y la gestación. Como diosa lunar se le rendía culto en varias partes de Grecia.

Al identificarse con la Luna, Artemisa asumió algunas de las características de Hécate, divinidad local, diosa luna y hechicera. Por eso llegó a ser invocada en los campos de magia y de la medicina, tanto para curar como para matar. Es la deportista, la ecologista agreste, selvática, huidiza, inalcanzable, temerosa del amor y de la masculinidad. Protectora de la fauna y de la virginidad, protectora de Ifigenia, a la que libera del sacrificio. Reina de la noche, su emblema es Lunar, sus antepasados son las Amazonas y las Walquirias.

Durante el patriarcado se impuso la fuerza y las Amazonas fueron vencidas. Las Amazonas, amazos, sin pecho, representan el antecedente de la diosa Artemisa. La reina de las Amazonas Hipólita se enamoró de Teseo, el héroe de Atenas del que tuvo un hijo, Hipólito. En realidad los amores de Hipólita y Teseo representan el triunfo de la civilización sobre la vida silvestre. También la reina Pentesilea se enamoró de Aquiles. La debilidad de las reinas Amazonas al enamorarse de los héroes Aquiles o Teseo, simboliza el triunfo del Patriarcado sobre el Matriarcado. El triunfo de la domesticación sobre el mundo selvático y silvestre es representado en la debilidad de estas diosas guerreras que sucumben ante el hombre que las domina. Es un cambio de estatus socioeconómico encarnado en los amores trágicos de las amazonas guerreras, vencidas por el héroe.

En Roma Artemisa se convirtió e Diana y uno de sus atributos fue ser diosa de la Medicina por ser protectora de los partos y haber ayudado a su madre Latona a dar a luz a su hermano Apolo.

En la tragedia de Eurípides Fedra, Artemisa y Fedra pelean a Hipólito, el hijo de Teseo. Fedra desesperadamente enamorada de su hijastro Hipólito, lucha por atraerlo y vencer su castidad, pero él es un fiel y casto devoto de la diosa Artemisa. Es la lucha entre la castidad y la pasión. Triunfa la diosa Artemisa sobre la mortal Fedra que al sentirse despreciada por Hipólito se suicida.

El ciervo es el símbolo de Artemisa, un animal salvaje que no se deja domesticar y vive libre en los bosques. Artemisa simboliza la belleza salitaria, esquiva y rodeada de mujeres. Cultiva la agilidad de su cuerpo. Representa a la mujer enteramente libre, dueña de sí misma. Da siempre en el blanco, aunque a menudo no se ve la periferia. Siempre ensimismada, por su abstracción no advierte a veces lo que pasa a su alrededor. Ama la total libertad, reina de la noche, virgen protectora de la flora y la fauna, competitiva con el hombre aún contra su propio hermano.

En el fondo es una diosa temerosa del amor y la masculinidad. Teme la maternidad y el abandono. Se mantiene virgen, representa el aura húmeda y secreta de la noche.

Artemisa exigía a sus compañeras la misma castidad que ella practicaba. La historia de Acteón que observó a la diosa bañándose en un arroyo, es cruel. Artemisa lo convirtió en ciervo y ordenó a su propia jauría que lo despedazara.

Otro de sus atributos fue el ser Artemisa Nemorensis o sea la protectora de los bosques, de la fauna y de la flora. La identificación de Artemisa con Diana se produce en Roma alrededor del siglo VI a. de C. , a través de las colonias griegas de la Italia meridional, la Magna Grecia, principalmente en Cumas, hogar de la hermosa Sibila.

Decir “Te amo” sin sentir vergüenza

Hoy todas las ilusiones se desvanecieron, una a una fueron muriendo, hoy el corazón lloró pero se fortaleció, hoy comprendo que si cada día comienzo, cada día renazco, cada día me reinvento; por que no…?

Mañana será un nuevo comienzo y con el, mañana vendrán nuevas ilusiones, cada día es una nueva oportunidad; por eso la tristeza y la amargura hoy quedan enterradas en el mas profundo de los abismos.

Hoy comprendo que hay tanto amor dentro, que no hace falta más… hoy me puedo decir “te amo” sin sentir vergüenza…

BESO

Será un beso blanco, será un beso rojo o un beso gris,

será un beso de amor o el beso de Judas;

pero es sólo eso; un beso,

que ahora me quema en los labios,

ese beso que hiela y que arde al tiempo,

sólo sé que ese beso está en espera

de los labios que lo anhelan,

pero sólo sé que ahora en los labios me quema…

lunes, 15 de marzo de 2010

AÑORANZA DEL AMOR PERDIDO

Tal vez por desesperación, o a lo mejor por soledad, lo único que sé, es que cuando miré tus ojos me embrujaste el alma, no pensaba, no veía ni escuchaba, era tan doloroso saber la verdad, que el día que ya no la pude evitar, cual profunda pena, la sangre se fue a los pies, lo único que atiné fue a sonreír, con una sonrisa atornillada a mi cara, pero con el alma desgarrándose y el corazón quebrándose en mil pedazos, no sólo el corazón estaba herido también el orgullo y la dignidad lo estaban…

…seguí adelante como quien no se entera de nada y poco a poco olvide, finalmente sólo eso me quedaba.